Para ir al colegio los niños de la pequeña localidad de Los Pinos ubicada a unos 40 kilómetros de la capital, Bogotá, en una región selvática colombiana deben cruzar el Río Negro, el cual a pesar de su pequeño caudal, origina una depresión de casi 400 m de profundidad y dejando a la pequeña aldea completamente incomunicada.
¿Cómo logran cruzar al otro lado? Pues al mejor estilo de un Indiana Jones criollo, lo hacen deslizándose por una serie de claves, por medio de un sistema muy rudimentario de tirolinas que los transporta de un extremo del valle al otro, atravesando la quebrada a lo largo de sus 700m de ancho.
El sistema fue construido hace más de 200 años, y sigue vigente hoy día, es utilizado por los jóvenes estudiantes del municipio que han de deslizarse dos veces al día a 40 km/h por el vertiginoso sistema de cables. Los niños no sólo han de controlar la velocidad con básicos artilugios fabricados de madera mientras cargan con todo su equipaje de útiles y libros escolares, además han de transportar en sacos a otros estudiantes más pequeños que no podrían atravesar el despeñadero por sí solos.
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